"Vuelta a La Trapa"

He vuelto a La Trapa (Colunga). Pero en esta ocasión, para pasar allí la noche y poder disfrutar más de todo aquello. Llegue a Colunga en autobús a eso de la una y media de la tarde, después de hacer varias paradas, una de ellas Lastres (que anoto en mi agenda, por cierto). Desde Colunga a la trapa, el trayecto lo realice en coche.

El recibimiento fue el de siempre, con un buen menú de bienvenida. Para empezar, Marisa me tenía preparada una sopa de marisco. Aquí ya metí la pata, que raro. He de decir que me encantan los pimientos y en el plato flotaba sobre la sopa algo que se le parecía. Aquello fue lo primero que me lleve a la boca. El caso es que se trataba de una "super guindilla" (el color y el tamaño era el mismo que el de los pimientos rojos en lata del Alimerka, lo juro). -¡Joder!-. Como me ardía la garganta. Para continuar, un buen plato de picadillo y huevos fritos con patatas. Como acompamiento, unos buenos tortos de maíz. Vamos... ¡de pecado!.

Después de comer, caminar era la mejor receta para bajar todo lo que me había metido en el cuerpo. Teresa, la hija de Marisa, me llevó a dar una vuelta hasta un palacio abandonado que hay por la zona. Para llegar a él, hay que bajar una gran pendiente, en la que estuve a punto de caerme varias ocasiones. Soy un patoso desde que tengo uso de razón. Al llegar y ver todo aquello, pude acercarme a una capilla, situada en el mismo lugar. Al parecer hace tiempo que San Antonio no limpiaba el polvo... La verdad es que no soy muy dado a fotografiar santos, pero ver aquel rincón en tales condiciones, me dió pie a fotografiarlo, pues tengo cierta debilidad por los sitios abandonados. Hora de volver a casa y reflexionar sobre el por qué de no haberme comido un yogur desnatado. El caso es que me costó "sudor y lagrimas" subir por aquella pendiente. Creo que al llegar a casa la comida ya se había desintegrado.

Capilla San Antonio. La Trapa (Colunga). 2010

Después de comer, Francisco, el hijo mayor de Marisa, trajo en su tractor una buena carga de leña para atizar la cocina. Tocaba descargarla y echarla al montón. Estuve ayudándoles un poco, hasta que le dije en tono irónico a Marisa: -¡Yo no vengo aquí a trabajar, vengo a hacer fotos!, ¿me estas explotando?. Ya sé porque me das tanto de comer...-. Marisa, como no, siempre con una sonrisa de oreja a oreja, como de costumbre y con una fuerza para trabajar que más de uno ya la quisiera, lanzaba aquellos trozos de madera como si de bolas de papel se trataran. Esta mujer no para, "ye un torbellino".

Marisa Ruíz descargando leña. La Trapa (Colunga). 2010

Estuvimos hablando largo y tendido hasta la hora de la cena. Se estaba muy cómodo, al lado de esa cocina de carbón a la que alimentaba cada poco y cuidaba con mimo de que no se apagase. Fuera hacía bastante frío. Tras la cena, la acompañé a "cebar a les vaques" y a dar de comer a sus siete perros, ¡que menudo saque tienen!.

Francisco sabía que me interesaba fotografiar algún "bicho viviente" en su hábitat natural. Por aquella zona hay muchos cazadores y él lo lleva en la sangre. Como apunte, deciros que el lema del escudo de Libardón es "Libardón, cuna de hombres audaces" y uno de los símbolos que le acompaña es el de un jabalí. Después de la cena me puse unas botas, ropa de abrigo y nos subimos en el todoterreno para emprender la salida. Recorrimos la carretera que une La Trapa con los pueblos vecinos y, como conocedor de la zona, Francisco paraba el coche en todos aquellos tramos en los que podía haber algún que otro jabalí. Allí estábamos. En el silencio de la noche, roto únicamente por el pisar sobre las hojas entre los árboles de los animales salvajes. Los extraños en aquel momento éramos nosotros.

Parecía que no era nuestra noche, así que nos metimos con el coche monte arriba por un terreno de tierra, barro y muy desnivelado, al que sería imposible acceder con cualquier otro vehículo. Nos bajamos en varias ocasiones, pero la suerte no era nuestra aliada, hasta que pudimos ver en una zona abierta, ayudados de una linterna, a la cría de un gamo que no tardó en desaparecer.

Subida al monte. La Trapa (Colunga). 2010

Decidimos regresar a casa, pero no sin antes hacer una última batida. Rastreamos de nuevo la zona. Paramos el coche, ante un silencio sepulcral. Francisco escuchaba atento. Volvimos a coger el todoterreno y después de rodar unos metros, mientras ojeaba las fotos que tenía en la cámara, Francisco salta: -¡Ahí están, mira!-. Eran seis o siete Jabalís, justo en el medio de la carretera. Es temporada de celo y suelen andar en grupo. Me fue imposible tomar una fotografía decente y la única toma que guardo podría asemejarse a un avistamiento de ovnis (quien esté interesado en ver la foto, solo tiene que decírmelo, pero no para mandarla a Cuarto Milenio). Coño, creerme, los vi. Me dijo que me bajase del coche y dejase las puertas abiertas. Le pregunté, como ignorante que soy en este tema, si me harían algo, a lo que contestó que no, a no ser que estuviesen heridos o se sintiesen atacados. Se fueron poco a poco, acabando por perderse tras los matorrales en un abrir y cerrar de ojos. Volvimos a casa con las manos vacías (sin una fotografía decente de aquel instante), pero vamos, yo me sentí como un niño después de todo aquello.

A la espera del jabalí. La Trapa (Colunga). 2010

Me desperté temprano, porque tenía la intención de ver la neblina que suele haber por la zona, pero el cielo estaba completamente despejado. Después de desayunar un buen tazón de café, acompañado de una tarta de hojaldre rellena de flanin (made in Marisa), mi anfitriona me dijo: - Voy a arrancar a Poti (su coche sin carnet), ¿te atreves a subir conmigo no?-. No sé como entré dentro, pero lo hice. Es increíble el manejo que tiene al volante. Yo iba acojonado. ¡Como daba las curvas!. Subimos al Alto del Fito, aun hoy desconozco como lo conseguimos, pero si, ¡fue gracias a Poti!. Yo pensaba que nos íbamos a quedar por el camino, pero ella lo tenía todo controlado. Es más, voy a recomendarla para la próxima Subida Internacional al Fito, me autoproclamo como su patrocinador. A medida que íbamos subiendo, la niebla era cada vez más espesa. ¡Por fin la dichosa niebla que tanto buscaba!. Decidí apearme antes de llegar a lo alto, le dije que me esperase arriba del todo. Subí tranquilamente, disfrutando de todo aquello, unas vistas impresionantes de Colunga, Lastres y demás. Para caerse la baba.

Niebla en lo Alto del Fito. El Fito (Parres). 2010

Era hora de volver a La Trapa. Había que comer y además, venían invitados. Pasé la tarde relajado, charlando con aquellas personas, encantadoras. Fue el broche final a mi estancia en aquel lugar. Muchas gracias, Marisa y CIA.

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