4:15am: - ¡Listo para entregar!-

...y es que a estas horas solo puedo decir: -¡Listo para entregar"-



"Asturies dende los mios güeyos". Arte final. 2011


"Asturies dende los mios güeyos". Arte final. 2011


"Asturies dende los mios güeyos". Arte final. 2011

"y hasta aquí hemos llegado... por ahora"

"Caleyando per Belmonte". 2011

-¿Sergio, a que te vas a dedicar?- pregunta que me repetía mi madre constantemente hace años, momento en el que me encontraba entre la espada y la pared. -¿Haré el bachiller de Sociales?, dicen que tiene más salida, pero… ¿por qué no el de artes?-. Siempre me gustó lo relacionado con este mundo y fue en los años noventa cuando me inicié en la fotografía.

Todavía recuerdo mis primeros pinitos con la cámara oscura, quien iba a decir que con una simple caja de zapatos y “unos cuantos arreglos” iba a conseguir congelar, en un papel sensible, aquel muro que rodeaba el IES Menéndez Pidal... Después de años sin un rumbo definido, acabé en la Escuela de Arte de Oviedo, en el módulo de Fotografía Artística. No fueron pocas las veces que pasé por delante de aquellas taquillas que me daban los buenos días al aula 202, “El Plató”. Durante estos años pude conocer la técnica, la historia de la fotografía escrita por esos fotógrafos que, con el tiempo, se convertirían en un ejemplo a seguir… y, sobre todo, pude relacionarme con muy buena gente.

Tengo clara una cosa, y puede resultar atrevida tal afirmación. Un título te abre las puertas al mundo laboral, pero ser fotógrafo para mí es algo más. Es una forma de vida, un vivir por y para la fotografía. A día de hoy, tengo claro que quiero dedicarme a este mundo, si es que valgo para ello. Y es en este proyecto donde he intentado superarme más que nunca, he seguido aprendiendo. -¿Por algo se empieza no?-.


Mentiría si dijese que todo fue un “camino de rosas” durante estos meses. La verdad es que me costó empezar. Como a toda persona, a veces la vida nos depara cosas por las que tarde o temprano tenemos que pasar, y a mí me coincidió con en el arranque de este proyecto. Al principio, llegué incluso a plantearme tirar la toalla, pero creo que no sería justo con las personas que han apostado por mi para llegar hasta aquí, así como tampoco sería justo conmigo mismo, pues al fin y al cabo, -¿quién va a mirar por nosotros?-. Recorrer Asturias me hizo desconectar de lo que en ese momento rondaba por mi cabeza, cada día que pasaba me hacía sentir mejor y olvidarme de todo. Fue, para mí, una terapia.

Cuando inicié esta aventura sabía que no conocía Asturias como yo creía, pero ahora puedo decir que nos hemos presentado y nos estamos conociendo. Seguire haciéndolo siempre que se me presente la oportunidad.

El no disponer de coche fue un problema, pero bueno, quien algo quiere, algo le cuesta. Este puede que haya sido uno de los alicientes de mi proyecto. Cuando era necesario coger el tren lo he cogido. He tenido que caleyar horas y horas por sitios que desconocía, llegando a casa en algunas ocasiones con las manos vacías. Realizé rutas en autobús, viaje por carreteras que daban a ninguna parte y, muy importante, los amigos y mi familia siempre han estado al pie del cañón para lo que necesitase. Esto último ha sido una baza a mi favor.

Son muchos los buenos momentos vividos. -¡Tengo para escribir un libro!-: Mi “toma de contacto” con el Oriente asturiano en compañía de un amigo de toda la vida, Víctor, donde nos cayó el primer aguacero. Mi paso por el taller de José Manuel Navia en las IV Jornadas Internacionales de Fotoperiodismo de Mieres, donde pude conocer su trabajo de cerca y la de otros fotógrafos. La salida que hice por Cudillero, por aquellas calles en pendiente, interminables. La subida al Alto del Fito junto a Marisa, en su coche sin carnet "Poti". Mi paseo por la calle Uría de Oviedo, tirándome a las puertas del centro comercial (-¡Y todo para sacar una foto!-), bajo la atenta mirada de aquel hombre del acordeón. Mi reencuentro con Lara en Salas, un día largo pero que a mi se me hizo corto.-¡Lo que nos reímos!-. Mis paseos por Avilés en busca de “esa foto”, en los que pude recordar todos los buenos momentos que he vivido en La Villa, y los que me quedan por vivir. -¡Espero!-. La ruta por el Occidente, que acabo a orillas del río Eo. El “anochecer azul” en la playa de Rodiles. El descubrimiento de pueblos como Les Cubes, en la Cuenca Minera…

He tenido el placer de conocer a muchas personas. Personas anónimas que me han abierto sus casas desinteresadamente, donde he sido bien recibido y han hecho que todo fuese más fácil en mi viaje. A parte de esto, han surgido cosas que de una forma u otra me han ayudado a madurar en mi proyecto, como la incursión dentro del mundo del fotoperiodismo, agradeciendo desde aquí a Ricardo y Marieta la paciencia que han tenido, y tienen de vez en cuando, conmigo. Quisiera también dar las gracias a mi tutora, Mati, que a lo largo de estos meses ha solucionado las dudas que se me planteaban. A Reyes Sedano, ¡por su aportación a última hora!. A mis compañeros, con los que tuve el placer de compartir horas y horas: Alex, Fran, Marcos, Helena, Susana, Natalia, Tanit, Marlén, María y Alfonso. Gracias a Víctor, por todo el tiempo que nos tiramos en carretera. A Alba, por su aguante. A Lara, por ese día que nos pasamos en el Concejo de Salas. A Marisa y su familia, por lo bien que me acogieron en La Trapa. Gracias también a todos aquellos amigos que me han apoyado desde la distancia que en momentos de bajón me han animado . Y como no, especialmente a mi familia, más en concreto a mis padres, sin los que este proyecto difícilmente habría sido posible llevar a cabo. A todos ellos, gracias.



"Las Cuencas"

No fueron pocas las salidas que realicé por la cuenca minera. Dejando a un lado las dificultades que me he encontrado en otros rincones de Asturias, puede que "Las Cuencas" hayan sido las que más me ha costado sacar adelante.

La primera toma de contacto fue en
Mieres y el recorrido fue a pie. Ese día no iba solo, me acompañaban Alex y Enol. No conocía mucho por los alrededores, así que fueron unos buenos guías. Salimos de Requejo, bordeando la Iglesia de San Juan y dejando a un lado el núcleo de casas que nos adentra en Aguain, para más tarde seguir por el paseo que bordea el río y acabar en Murias.

Casas de camino a Murias. Mieres. 2010

En el segundo de los viajes fue mi madre quien se animó a venir conmigo.-Y que no se queje, ¡que gracias a mi está conociendo Asturias!-. Cogímos la Autovía Minera. Justo después de atravesar el túnel Riaño que nos daba la bienvenida a la Mancomunidad del Nalón, donde su desarrollo se ha basado básicamente en la minería y la siderurgia. Llegando al concejo de San Martín del Rey Aurelio, pudimos acceder a una de las carreteras secundarias, dejando a nuestro paso un sin fin de aldeas hasta llegar a Las Cubas, perteneciente a la parroquia de Ciaño. Piqué a la puerta de una de las casas, con la intención de que alguien me indicase la situación de alguna mina por la zona. Me abrió un hombre mayor y me dijo con resignación: -¡Minas hay muchas!, pero todas cerradas por unos hombres que vinieron-. Con sus palabras supuse que se referia a los de medio ambiente.

Dimos la vuelta por la misma carretera y ya en San Martín,
fuímos dirección Puerto de Tarna y llegamos a Rioseco, donde paramos a tomar una cerveza. Uno de los clientes nos habló de una mina mineral, conocida como "El Serrario". Fuimos en su busca, pero no dimos con ella. Acabamos en un pueblo llamado Soto de Agues (del municipio de Sobrescobio), donde aprovechamos para estirar un poco las piernas y merodear entre algunas de sus casas, por las que el tiempo no parecía pasar. Este pueblo se encuentra situado en el "Parque Natural de Redes" y es conocido, entre otras cosas, por "La Ruta del Alba".

Fachada de Casa tradidional asturiana. Soto de Aguaes (Sobrescobio). 2011

En la tercera de las salidas mi acompañante fue Victor. Nos detuvimos en otros lugares como La Felguera y pasamos por Langreo, Pola de Laviana, Ciaño y El Entrego, dejando a un lado El Pozo Sotón, aun en activo. Llegamos a Rioseco, pero esta vez dimos una vuelta para conocerlo más a fondo. De nuevo en ruta, hicimos escala en la Colegiata de Santa María de Tanes (declarada Bien de Interés Cutural) y seguimos hacia Campo Caso, donde nos desviamos por la carretera que nos condujo a Infiesto. De camino, visitamos el pueblo de Orle, ya que nos pillaba de paso. Hacía bastante frío y los campos estaban "xelaos".

Colegiata de Santa María de Tanes. Caso. 2011

El tiempo se nos echaba encima y queríamos ver más. Así que cogimos el coche para llegar a "Collada de Arminio" (con una altitud de 908 metros), desde donde hay unas vistas espectaculares. Seguimos y dejamos atrás Las Cuevas, Los Cuetos, Felguerosas, Vegarriondas, San Martín... y por fin, Infiesto. Acabamos en Cangas de Onís, lugar turístico donde los haya y visitamos "el famoso" puente romano. -Si, ese que sale en todos los libros...-

No contento con lo anterior, sabía que todavía no había encontrado esa foto que buscaba. Ayer cogí lel tren en Oviedo para llegar a Mieres y hacer trasbordo al que más tarde me llevaría a Moreda. Ya en el tren, llegué a la estación de Figaredo, donde hizo una parada de casi quince minutos (siempre tiene que pasar algo). El tren era de los antiguos y lleno de grafitis, ventanas incluidas. Me senté al lado de una de las pocas que aun estaba "despejada".

Estación de tren. Figaredo (Mieres). 2011

Por fin llegué a Moreda. Me bajé del tren y me encontré un poco desubicado, pero no tardé en ver la torre del "Pozo de San Antonio" a lo lejos. Fue Alex, quien me habló de este lugar, pues anteriormente ya había realizado un trabajo sobre la minería y en este tema está más documentado que yo. Las instalaciones están cercadas para dificultar su entrada y hay que saltar una vaya, para a continuación bajar por unas escaleras nada seguras.

-¡Joder!-
. Al pasear por aquel lugar me encontraba como "pez en el agua". -¡Con lo que me gusta "lo abandonado"!
-. Sin la presencia de nadie que me obligara a salir de allí, puesto que la entrada está prohibida. -Y no es para menos-. Está todo en muy malas condiciones y es bastante peligroso. Por no mirar para el suelo,
más de una vez tropecé con uno de los raíles por los que en otros tiempos solían circular las vagonetas.

Pozo de San Antonio. Moreda (Aller). 2011

Todavía se podían ver las paredes ennegrecidas por el carbón, la pintada que algún trabajador había dejado plasmada en ellas, sus ropas, mascarillas, sus taquillas... Todo aquello era fiel muestra de lo que anteriormente se había vivido en aquel lugar...


Ropa de los mineros en el Pozo de San Antonio. Moreda (Aller). 2011

Recorrí todos sus rincones: sala de maquinaria, lavado e incluso los vestuarios... Había sitios en los que pisar o no pisar se convertía en un dilema, y más en la oscuridad de muchas de las dependencias. Solo una escasa luz entraba por unos pequeños ventanales. En esos momentos me acordaba de la recomendación de Alex: -¡Ten cuidado por donde pisas...!-.

Dependencias del Pozo de San Antonio. Moreda (Aller). 2011

Salí de allí casi al anochecer, y es que si por el día acojona, por la noche ni os cuento...


"Lindando con León"

Hay que seguir gastando los últimos cartuchos antes de ponerse a fondo con la memoria y el arte final. Así que ayer hice otra salida. En esta ocasión, de nuevo Victor al volante, salimos de Avilés a eso de las diez y media de la mañana. Llegamos a Pravia y parte del recorrido (hasta el desvío a Salas), ya me sonaba de la salida que había realizado con Lara por aquel concejo. Cogímos la AS-15, pasando por Laneo, Pumarada, San Bartolomé, Lorero, Barzana, Tebongo... y después de hora y media en coche, llegamos a Cangas del Narcea.



No recuerdo la última vez que había estado por allí. Cangas del Narcea es el concejo de mayor superficie de Asturias y se encuentra entre los mayores de España.
En la Calle Mayor pudimos observar que había bastante ajetreo de gente. Nos dimos una vuelta por el centro para acabar visitando los barrios de la periferia. Muchos de vosotros conoceréis a esta villa por "La Descarga" que se celebra cada 16 de Julio en honor a la Virgen del Carmen y además, por ser una de las pocas productoras de vino en el Principado. Otra de las buenas herencias que nos dejaron los romanos.

A continuación, seguimos por la AS-15 atravesando pueblos como Llano, La Regla, Sierra de Castañedo, La Pescal, Posada de Rengos... En un principio teníamos pensado acercarnos a Somiedo, pero haciendo cálculos no nos iba a dar tiempo a aprovechar el día, así que acabamos en Muniellos. Subimos hasta el centro de interpretación. Cerca de las dos de la tarde y cerrado, así que dimos una vuelta a través de la senda que bordea la zona para ver desde lo alto el paisaje.
No saqué ninguna foto, porque a esas horas la luz que había tampoco acompañaba. Ya volveré con tiempo, pero para hacer alguna ruta que es lo que de verdad me interesa.

Tras esa "visita de médico" al mirador, bajamos hasta Moal ("Puerta de Munuellos"). No había "un alma" en la calle, excepto dos perros, el frutero con su furgoneta y una de sus clientas. El pueblo no es muy grande, pero a pesar de ello podemos encontrar varias casas rurales, como las que abunda por la zona. En la planta baja de uno de los caseríos de la calle principal, varias gallinas se cobijaban del frío dentro de su gallinero. Una pena no encontrarme alguna danzando a sus anchas por fuera, pensé en abrirles la puerta pero decidí no hacerlo, no fuese a venir el dueño con la pala de dientes en la mano...

Gallinero.Moal (Cangas del Narcea). 2011

El cielo se estaba nublando. Como todavía era pronto, decidimos acercarnos hasta Degaña, rozando ya León. Llegamos a las cuatro con un hambre de caballo. Comimos en uno de los pocos sitios que había abiertos a esas horas (como de costumbre). Más en concreto en "La Posada del Gobernador". -¿Tiene algún pincho?. La pregunta del millón. Nos comimos un buen bocadillo de chorizo. Una de las horas que más me gusta de mis salidas es la hora de la comida, porque lo creáis o no, uno desgasta lo suyo con tanto ir y venir. Hay que reponer fuerzas. El sitio la verdad es que estaba bastante bien, muy cuidado y acogedor. Daban ganas de tomarse hasta un chupito para entrar en calor. Por lo que pude comprobar, además debe de ser una especie de discoteca los fines de semana. -¡Tenían tras la barra hasta una mesa de mezclas!-.

A la salida, cuando íbamos a dar la vuelta de rigor por el pueblo, un hombre al verme con las cámaras me preguntó: -¿Es para un reportaje?. Le comente en lo que estaba trabajando y, sin mediar palabra, nos invito a ver algo. Carlos Menéndez, que así se llama, nos llevó a "Casa Miguel". Subimos por unas escaleras, atravesamos un pequeño pasillo, abre una puerta y ¡premio!. Un llar, de los pocos que abundan por la zona. No esperaba para nada todo aquello y solo por esto el día mereció la pena. Llegó su hermana, Adela, y nos explicaron algunas cosas sobre el uso de aquel lugar. Tenían bastantes chorizos colgados de una pared a otra, pues recientemente habían hecho matanza según me dieron a entender. En algún momento se me paso por la cabeza darle un "ñasco" a una de las riestras, pero fui bueno y me contuve. Buena pinta tenían.
Una pena que no tuviese tiempo para quedarme más tiempo y disfrutar de todo aquello (chorizos incluidos). Antes de irme, le dije que me interesaría hacer un reportaje en la próxima matanza, así que si es posible por allí estaré en el mes de diciembre. Da gusto encontrarse con gente tan amable como esta. Desde que aquí, muchas gracias a Carlos y Adela.

En Casa Miguel "El Llar" con Carlos Menéndez Vilaboa. Degaña. 2011

Ya estaba anocheciendo y como nos pillaba de camino, hicímos una última parada, en Belmonte. Empezó a llover de manera descomunal, pero ya que habíamos llegado hasta allí, que menos que ser "valientes" e inspeccionar todo aquello. Recorrimos sus calles para acabar atravesando el puente que cruza el rio Pigüeña que divide el pueblo en dos. Me dio por subir una cuesta para llegar hasta las casas más altas. A mitad de camino, me di cuenta de que aquello resbalaba, pero yo que soy tan "listo" seguí subiendo. Hasta ahí todo perfecto. Al bajar, acabé en el suelo. Buena fue la leche que me pegue. Podía haber sido todo mucho peor, pero bueno, es la primera caída en estos meses, raro es que no me la haya pegado antes con lo patoso que soy.

"Primeras pruebas en papel... -¡Y no en OCB!-"

-¡Joder que ganas de que llegase este momento!-. Desde que empecé con el proyecto, ya tenía en mente que la serie estaría formada por unas treinta fotografías y estoy a punto de "terminarla". -Si. ¡Por fin!. O eso creo...-. Pese a ello, aun me quedan dos fotografías que considero importantes. Desde hace varios días, a medida que voy avanzando, se me viene a la cabeza lo que Navia nos comentó en el taller de hace unos meses:

-Por mucho que penséis que vuestro trabajo esta acabado, con el paso del tiempo seguiréis viéndolo "incompleto". Esa imagen que considerabais trivial, puede ser más tarde pieza clave en vuestro trabajo-.

Llegado a estas alturas, tenía previsto empezar a hacer pruebas de impresión, pero no sin antes realizar las copias en pequeño para poder palparlas y pensar el orden en el que las presentare. Está muy bonito hacer las fotografías, pero también es importante la manera en las que serán mostradas en un futuro. Por ello, aunque el ordenador ayuda bastante, su orden se ve mucho mejor con ellas en la mano.

Primeras pruebas en papel

Las lleve a la tienda montadas para realizar las copias. En cada una de ellas, de 10x15, metí dos fotografías. Un tamaño ideal para manejarlas y "jugar" con ellas. Una vez en el laboratorio, le dije a la chica que si me harían el favor de guillotinarlas . -Sin problema- según ella. Vuelvo por ellas, todo fenomenal... a simple vista. No sé quien sería, pero al que cogió la guillotina debía temblarle la mano. A todas las imágenes les faltaba un trozo, pero menos mal que no me lo hicieron con las copias finales porque sino... -¡Me los como!-.

Primeras pruebas en papel

"De Carreño a Villaviciosa: por la costa"

Las 12 de la mañana. Delante del ordenador viendo las fotos que tengo hechas hasta el momento. La fecha de entrega se aproxima y estoy que me llevan los demonios. ¿Llegaré a tiempo?. Entra Loles en casa y me ve: -¡Que pasa!, ¿como llevas eso?-. Raro es el día que no me hacen esa pregunta, ya sea por parte de ella, amigos, vecinos y algún que otro "extraño". Mi contestación: -¡Me siguen faltando fotos! y solo me queda un mes-. No sirve de nada lamentarse y con todo lo que me ha costado llegar hasta aquí, no puedo tirar la toalla. ¿Qué quién es Loles?. Loles es esa mujer que lleva peleando conmigo desde hace 27 veranos, y no, no es mi "querida" , ¡es mi madre!. Así que hoy que la he pillado por banda, me la llevo a "caleyar" un poco. De primeras, hacia Carreño.



Salimos de Nubledo y llegamos a Cancienes, para coger un desvio por el Monte Grande y llegar a Tabaza. Rodeamos la rotonda y nos desviamos hacia Candás. La carretera hasta nuestro primer destino está en muy buen estado, así que lo agradezco después de tanta curva y tanto bache acumulado. Llegamos a Candás, capital del concejo de Carreño, donde la pesca y la industria conservera fueron, en sus tiempos, los sectores económicos más importantes del pueblo, pero entraron en crisis tras la expansión de la siderurgia en la comarca de Avilés. Actualmente, el turismo y la hosteleria, sobre todo en verano. son partes importantes de esta localidad. Uno de los elementos más significativos del pueblo es su puerto, en el pasado uno de los más importantes del Mar Cantábrico. Atravesamos toda la villa hasta detenernos en el paseo maritimo, dejando atras la playa. Yo, acérrimo a las pintadas últimamente, no perdi la oportunidad de acercarme a una de ellas y "apretar el botón".

Pintada. Candas (Carreño). 2011

Llegamos al Perán y seguimos por Las Arenas, Dormón, La Calera... hasta llegar a Muniello y de ahí coger la antigua carretera AS-19. El caso es que no sé como lo hicimos, pero acabamos en Villaviciosa, la comarca de la sidra. Atravesamos pueblos como La Marina, Camino Real, Mienagos, Oles, Santa Marina... cada vez nos acercábamos más a la costa, acabando finalmente en Tazones, villa marinera declarada conjunto histórico. Se configura como un pequeño puerto pesquero, residiendo su mayor interés en sus casas. Pongamos de ejemplo la casa con la fachada totalmente cubierta de conchas. -¡Que paciencia hay que tener para ir colocando una a una!. Por otro lado, no me paré a contar las sidrerias que hay, pero juraria que más que casas. Un buen destino para el invierno, pero mucho mejor para el verano. Apuntado queda.

De nuevo en la carretera y ahora si, por unas curvas de infarto, llegamos a Peón. Hacemos una parada en Casa Pepito a tomar algo, restaurante tipico asturiano muy popular de la zona. De ahí, salimos en busca de la Playa de Rodiles. No está muy bien señalizada que digamos y acabamos en El Puntal, a 7 kilometros antes de entrar en Villaviciosa. Situado en la desembocadura de la ría, frente a las playas de Rodiles y Misiego. Allí, podemos encontrar su playa, declarada espacio natural. Preguntamos a un hombre por donde se llegaba a Rodiles. El caso es que estaba "a dos pasos" de donde nos encontrabamos nosotros, pero para llegar en coche hay que meterse en la propia Villaviciosa y coger un desvio. Después de unos 12 kilometros, llegamos a Rodiles. Una playa asedidada por un frondoso pinar que la separa de la población. Apenas cinco personas paseando por la playa. Poco a poco iba anocheciendo y el ambiente se tornaba en una tonalidad azul muy interesante. Mi madre: -¡Sergio, que aquí ya no se ve nada!, ¿Qué coño faes?-. Me limité a decirle que se diese una vuelta por la playa, para qué iba a explicarle lo que buscaba... Ahora si que ya no se veía un pimiento y mi madre estaba aguantando como una jabata. Creo que era hora de volver para casa, bastante había aguantado "la probe muyer" - Si ye que madre no hay más que una...

Playa de Rodiles (Villaviciosa). 2011


"Rozando tierras Gallegas"

Poco a poco se va acercando la fecha de entrega del Proyecto, ¡queda apenas un mes!. -¡Y yo con estos pelos!- como se suele decir. El último viaje en coche fue con Lara, en el que pude visitar el concejo de Salas. Esta vez decidí adentrarme aun más en el occidente asturiano. Tomo como compañero a Victor, quien inició conmigo este proyecto en mi primera salida. Nuestro destino de hoy: El Occidente de Asturias. No sin antes tomar el café de rigor y ojear el mapa.



Salimos de Villalegre, para coger un desvio a la Autovía del Cantábrico, dejando a nuestro paso lugares como Cudillero (lugar donde ya había estado), Cadavedo, Barcia, Luarca y otros destinos que quedan apuntados en mi agenda, pero que tendré que dejarlos para otra ocasión. Bordeando la costa, cogímos un desvio a Santa Marina, donde hicimos una breve parada en la Iglesia de Santa Marina, considerada la catedral del barroco asturiano. A continuación, nos acercamos a Puerto de Vega,
pueblo situado en el concejo de Navia. En sus tiempos, fue un pueblo comercial y ballenero, pero actualmente está dedicado a la pesca. Al pasear por sus calles, me llamó mucho la atención su limpieza, con esas casas marineras, solariegas y las de los "americanos". No pude resistir merodear por los alrededores de alguna de sus casas abandonadas. Ahora entiendo que fuese "Pueblo Ejemplar de Asturias" (1995) y "Pueblo mas guapo de Asturias" (1998).

Ventana de casa marinera. Puerto de Veiga (Navia). 2011

Siguiendo ruta, conocí pueblos como Soirana, Teifaros, Andes, El Espín... y durante el recorrido nos acompañó "ese olor inconfundible a silo". - No, no era yo... y Victor creo que tampoco-. Llegamos a Coaña, con la intención de visitar su Castro. A esas horas únicamente estaban las chicas del Aula didáctica, donde nos cobraron los tres euros de rigor para acceder a las excavaciones. Se trata de un castro del siglo I, el primero en ser estudiado y a día de hoy considerado Monumento Histórico Artístico. Estuvimos cerca de una hora y si no llega a ser porque a las tres cerraban el chiringuito, me hubiese quedado un poco más. A la salida, una de las chicas nos advirtió: -Si habeis hecho fotos, no podeis utilizarlas con fines comerciales-. Le respondimos educadamente: -No, son para "disfrute personal"-. Y se quedó conforme.

Castro de Coaña. Cuaña (Navia).2011

En un principio barajamos la idea de acercarnos a Grandas de Salime, así que cogímos esa dirección, aumentando a nuestro paso la colección de destinos a visitar en un futuro, Pumarín, Trelles, Siqueiro o Pendia, donde se encuentra el castro que lleva su mismo nombre. El estado de la carretera era bastante bueno, a pesar de lo que nos había dicho la chica de información del Castro de Coaña. - Esta moza debía ser de ciudad-. En lo que llevo recorrido estos últimos meses, he visto carreteras mucho peores. De camino, Victor me comentó que si me había dado cuenta de que donde hay palmeras, hay casas de Indianos. Y es cierto, en muchas ocasiones pude confirmarlo. -Estos "americanos"... ¡donde este un buen castaño!-.

Era hora de comer y sin tenerlo previsto, hicimos escala en Boal. Entramos en el primer bar que encontramos abierto. Dentro, el camarero y su empleada. Ella, de brazos cruzados, viendo la tele. Habíamos llegado nosotros para arruinar ese momento de relax pidiéndole, gustosamente, que nos hiciera un bocadillo de calamares. Tenía buena pinta. El pan de leña, estaba muy bueno, si, aunque la verdad es que al abrir el bocadillo y localizar los calamares, era como buscar una aguja en un pajar. Tras comer, sali a la calle a echar "el pitu" de rigor, porque ahora como bien sabeis con la ley antitabaco a los fumadores nos quieren matar de una pulmonia. Comienzo el ritual, saco mi paquete de "Pueblo", librillo, el mechero y localizo una boquilla. Mientras, me fijo en una señora que durante diez minutos se dedicó a echar calderados de agua delante del patio de su casa. Acabo el cigarro y la señora se va, no sin antes quitarse "les madreñes" y dejarlas allí.-¡Ala, pa que sequen!-. Nosotros, también teníamos que irnos...
Madreñes. Boal (Navia). 2011

Todavía era pronto para volver a casa, así que aprovechamos para seguir visitando la zona. Cada vez más cerca de nuestra vecina Galicia, descubriendo pueblos como El Gumio, Rozadas, Vega de Oira, Santa Colomba, Vega de los Molinos, Rondeira, Samagan, Pianton... por una carretera que me recordó mi paso por La Trapa, con la entrañable Marisa y su familia. Al llegar a Vegadeo, nos desviamos hacia Castropol.

Hacía años que no iba por allí, que yo recuerde había estado en una excursión con el colegio. - Anda que no llovió-. Llegamos cuando el sol estaba a punto de esconderse. Al igual que Puerto de Veiga, es un pueblo muy limpio. Cuida mucho el estado de sus casas, y seguramente los vecinos tengan mucho que ver en ello. A esas horas, apenas había gente por sus calles y poco a poco pude presenciar como se iban encendiendo las farolas de luz de tungsteno
. En ese instante pensé: -¡Me ha tocado la loteria!.- Era un momento ideal para recrearme y hacer lo que me gusta, fotografías... Bajamos al puerto y tomamos un café en la terraza de La Santina. Delante nuestro el río Eo y a la otra orilla una vista panorámica de Ribadeo, ya Galicia.

Orilla del Río Eo. Castropol. 2011

Avilés: Mi Villa

Me siento muy ligado a Avilés, no solo porque es donde nací, sino por montón de circunstancias personales.




Desde que era niño, visitaba a mis abuelos en el barrio de La Texera, en Versalles.
Raro era el fin de semana que no me pasaba por allí para atiborrarme a croquetas y de todos aquellos "manjares" que tenía censurados en casa. Se trata de un poblado obrero, de edificios de piedra y ladrillo visto, como muchos de los que hay en otras zonas industriales de Asturias. Cuando llega la noche, se ilumina con una luz anaranjada que consigue crear una atmósfera más que interesante para todo amante de la fotografía.

Con el paso del tiempo, el piso se quedó vacío y, cosas del destino, seguí bajando. Me pase largas temporadas habitando ese tercero, "peleando" con los vecinos del segundo, duchandome rápidamente porque el agua caliente duraba apenas cinco minutos, poniendo cinta de carrocero alrededor de las ventanas a modo de aislante del frío, pisando la dichosa baldosa que siempre se movía, sin ascensor, pero bueno... uno se acaba acostumbrando. Fue durante tres años, entre otras cosas, el lugar en el que me pase horas y horas trabajando noche y día para sacar adelante los estudios, y creo que lo conseguí. Por todo esto y por mucho más, le guardo especial cariño a Versalles.

No son pocas las caminatas que me pegaba desde Versalles hasta "el centro", previa parada en el quiosco para comprar unas pipas y disfrutar durante el trayecto, pasando por el Arbolón y llegando a Rivero. Esta calle, en sus tiempos, era el centro neurálgico de la zona de copas. Y digo en sus tiempos porque esto va por rachas. Ahora por ejemplo, Sabugo o Galiana son las más concurridas. Raro es el día que pase por Rivero y no me encuentre en la puerta que da al Parque Ferrera a ese hombre de barba poblada y gafas que muchos conoceréis, con su gabardina, siempre fumando, a la espera de que le den alguna limosna o un cigarrillo. Es más, aunque no le des nada, no te pone mala cara, ¡te bendice!. Esta calle sin él no se que sería...

Entrada a la Calle Rivero. Avilés. 2011

La Villa fue participe de mis primeras salidas, juergas y de eso que se llama "amor". -¡Qué dira de mi la Villa!-. Fué en Avilés, más en concreto en el Instituto Menendez Pidal, donde empecé a tomar contacto con el mundo de la fotografía. Creo que gracias a ello acabe de una forma u otra en la Escuela de Arte de Oviedo, buena elección. Sus gentes, sus calles, sus visitantes, hacen a esta villa envidiable. Es difícil encontrar a alguien que la haya visitado y no se quede con las ganas de volver.

Por otra parte, sus
calles empedradas y de estilo medieval, le dan un toque rustico a esa ciudad por la que transitan día a día centenares de personas. En Avilés, siempre vas a tener algo que hacer. ¿Porqué no pasarse por La Ferreria a tomarse un café en "El Cafetón", unas sidras en Sabugo, unos vinos en Galiana, un paseo por el Parque Ferrera o una reunión de amigos en "La Cantina"?.

La Ferreria. Avilés. 2011

Hablamos de Avilés como un núcleo donde la siderurgia y la pesca eran los principales ingresos de su economía. Recientemente se ha inaugurado el Centro Niemeyer, construido sobre antiguas plataformas de lo que fue industria y a la vera de la ría. Posiblemente, y espero, sea un revulsivo para la ciudad, tanto en los aspectos económicos, sociales y culturales. Con ello, Avilés se abre al mundo. Confío que no quede en un simple capricho político... Animaría desde aquí a que este centro no solo acoja acontecimientos de gente con renombre, sino que sirviese de apoyo para las nuevas figuras. Porque siempre miramos lo que hay fuera, pero no lo que hay dentro de nuestras fronteras.

Pasado y presente. Centro Niemeyer. Avilés 2011

Esta es, y seguirá siendo, Mi Villa.