"Oviedo: capital de las compras"

Dicen que Asturias es una tierra llena de contrastes. Es cierto, pero a esta frase se le puede dar lecturas diferentes, depende de cada uno. ¿Por qué llego a esta conclusión?. Es fácil, hace unos días estaba en las cercanías del Sueve y días después me encontraba haciendo fotos en el centro de Oviedo. El frío que hacía ese día se asemejaba al que me encontré en La Trapa, pero es imposible que se me vengan a la cabeza más semejanzas.

En la capital el ir y venir de gente desconocida es constante. Cada uno va a lo suyo. Da igual que te pisen, nadie te dirige la mirada. Un "hola", un "buenas tardes", únicamente se reciben en esos momentos de rigor, como cuando vas a comprar tus zapatos de nueva temporada, por poner un ejemplo. En La Trapa, se conoce todo el mundo, incluso al que llega de fuera le tratan como a uno más y siempre tienen una palabra agradable para el "extraño".

Comencé a hacer fotos justo al bajarme del tren, caminé a lo largo de toda Uría, hasta el Parque San Francisco, para acabar dando la vuelta y plantarme justo delante de la puerta del Corte Inglés (o lo que es lo mismo, La puerta al paraíso, para muchos y muchas). Me puse en cuclillas y empecé a sacar fotos. Mal sitio para ponerme, pero el trabajo es el trapajo. - Ye lo que hay-. Era el mejor enclave para observar, y más ahora que llegan las Navidades, a esa gente que sirve de carnaza a cientos y cientos de establecimientos. Por mucha crisis que haya, parece que lo hacemos por instinto, pero seguimos dejándonos "las perras" de una manera obsesiva.


Calle Uría. Oviedo. 2010

Después de estar en Uría, me adentré por una de las calles paralelas. Me acerqué a un escaparate para hacer unas cuantas fotos. Supuestamente, no esta permitido, pero las normas están para saltárselas. Tampoco iba a hacer espionaje industrial, ¿es posible que me acusasen de ello?. Cuando me encontraba concentrado, ante una simple plancha y una tabla de planchar, una de las dependientas del establecimiento salió a la calle y se dirigió a mi: - Oye majo, el jefe nos dijo que no esta permitido sacar fotos al escaparate-. Le contesté en caliente, la pobre dependienta no tenía culpa de nada: - Vale, vale, no pasa nada. Dile a tu jefe que ya hice unas cuantas, que no necesito más-. Me salió de dentro, pude parecer un poco borde, pero la dependienta se lo tomó a cachondeo. Que maja, rezaré para que le suban el sueldo.

Escaparate. Oviedo. 2010

A continuación, dejando atrás a la dependienta, opté por irme a tomar un café, estaba empezando a nevar y he de decir que no puedo arriesgarme a que la cámara pillase un constipado, en todo caso, prefiero cogerlo yo aunque me cueste estar tres días en la cama. Desde el interior del bar, se podía observar como caían los copos de nieve y como la calle se vaciaba en segundos. Esperar a que pasase alguien era como esperar ese autobuú Avilés-Oviedo paradas, que parece que nunca llega...

Desde el interior de un bar. Oviedo. 2010

La cosa tenía pinta de mejorar, así que volví a salir a la calle para seguir viendo más y más de lo mismo. Desaparecían los paraguas y reaparecía ese ir y venir de personas del que os hablaba al principio. En los pasos para peatones la gente se arremolinaba, quizás esperando aprovechar los últimos minutos antes del cierre de los comercios.

Espera. Oviedo. 2010

En estos instantes me acuerdo de Marisa, la protagonista de mi viaje anterior a La Trapa. Envidio por momentos su forma de vida, alejada de tanta hipocresía y falsas apariencias. ¿Quién estará más solo?, ¿ella? o por el contrario, ¿nosotros?.

Mirada a un escaparate. Oviedo. 2010

No hay comentarios: