A última hora tuve que cambiar los planes. Esta mañana me fuí a Cudillero, el pueblo pesquero más típico de Asturias. Hacía tiempo que no iba por allí. Llegué pensando que, posiblemente, me encontraría ante los últimos destrozos que hace unos días regaló a la costa asturiana nuestra "amiga" Becky. Con vientos de más de cien kilómetros por hora y olas que, en algunos casos, superaron los once metros. -¡Joder!, más de un surfista se frotaría las manos-. Pero no, estaba equivocado, todo estaba bastante bien, al parecer se dieron prisa en arreglar los desperfectos. Estoy seguro de que tomaron nota del pasado. Pero hoy hacía un sol del "carajo" y me parece que, como siga así, voy a llegar a Febrero con un bronceado similar a ese rojo intenso característico de los ingleses después de veranear en Benidorm.
Que decir de sus gentes, son muy amables. Es más, te ven con la cámara en la mano y son los mejores guías que te puedas encontrar. ¡Y a coste cero!. Hay personas pintorescas e interesantes, la verdad es que los chavales de "Callejeros" se lo iban a pasar en grande, y que conste que lo digo con todo el cariño del mundo. Sus seguidores me entenderán. Perdiéndome entre sus casas, me topé con una piedra del tamaño de un cachopo de esos que se salen del plato. Tenía pinta de no molestar a sus vecinos y de llevar allí bastante tiempo. En ella se leía una pintada que decía: "La mujer no es una valla de publicidad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario